29 de julio de 2010

Suecia, entre lagos y bosques

El silencio de la noche, sólo quebrado por el sonido de los patos y los grillos, apacigua y sobrecoge a partes iguales. El reflejo azul de la luna se mezcla en el agua con la última luz dorada que dejó la tarde, tintada sobre las nubes del cielo.
Estamos en Suecia, perdidos entre bosques, junto a un lago que se fusiona con el mar por un extremo rocoso. Acampados a pocos metros del agua, en un terreno por el que hemos tenido que luchar (a pedradas) contra los toros, que trataban de defender su territorio ante estos extraños, intrusos en un mundo que no es el suyo. A unos cientos de metros de aquí, rodando con la moto por un terreno tremendamente húmedo y tupido de alta hierba, vimos correr dos ciervos. Sobre el lago vemos pasar parejas de cisnes. Esta tierra rezuma vida, en ocasiones parece salvaje.
Dejamos Copenague por la mañana, con la moto cargada de bártulos y los corazones cargados de ilusión, de esperanza. Ansiosos por adentrarnos en lo desconocido, por recorrer este país escandinavo, paraiso natural. Y hablo en plural porque esta parte del recorrido no la hago solo, Ian me acompañará hasta Estocomo y vuelta a Copenague.
A medida que avanzamos hacia el norte sentimos la brisa cada vez más fresca, pero a la vez más intensa, repleta de aromas nuevos. O quizá no son nuevos, y en vez de descubrirlos los estamos recordando, como si siempre hubiesen estado ahí, impresos en el subconsciente, y es ahora, cuando nos llegan tan puros y con tanta intensidad, cuando realmente despiertan nuestros sentidos. El olor a pino salvaje, a lavanda, a tierra mojada...
Llegamos a esta isla cruzando un pequeño puente de madera, único punto de acceso, que se alza poco más de un metro del nivel del mar, y divide dos grandes universos de agua salada, tan calmada que parece un gran espejo, y que a ambos lados del puente separa esta pequeña porción de tierra de la península.
Atrás dejamos una larga carretera de asfalto negro, como la piel de una serpiente gigante, que se desliza suavemente zigzagueando por la hierba, entre grandes extensiones de árboles y agua.
Y aquí, sentado junto al lago mientras escribo estas líneas, viendo como el día se escapa por el horizonte, respiro profundamente y me siento, como este lugar, lleno de vida.

videos del viaje: en bici por Copenague



me encanta Copenague!!

No podía creerlo paré la moto, pero estoy aquí! Cuando miras el recorrido sobre el mapa piensas "joder, estoy a tomar por..."



La verdad es que hace unos días que llegué, pero aún no hemos parado... y no he tenido tiempo de sentarme a escribir tranquilo. Desde la tarde que aparecí en el patio de la urbanización de Ian, y nos pusimos a gritar como locos cuando me vió por la ventana, he ido descubriendo una ciudad apasionante.
Copenague es una congregación de pequeñas islitas, por lo que por toda la ciudad hay canales que llegan al mar. No es estraño estar paseando por el centro entre edificios históricos, y a la vuelta de la esquina toparse con un precioso velero amarrado en el canal. También hay multitud de lagos y de parques, por lo que nunca tienes la sensacion de estar encerrado entre edificios. Según me cuenta Ian, en invierno se puede andar tranquilamente sobre los lagos, pues están completamente congelados!
Todas las calles del centro están llenas de vida, repletas de gente paseando, músicos callejeros, y bicis, muchas bicis... Claro, todo el mundo me dice que esto es sólo en verano, pues en invierno (se podría decir que el resto del año) la situación es completamente distinta. Un detalle que lo ilustra es un termómetro gigante que hay en una de las plazas del centro, que la otra tarde marcaba cerca del límite superior (unos 23 grados), mientras que por abajo la escala llega a -20!!
Por lo que he podido comprobar estos días, hay una variedad inmensa de bares, restaurantes, locales con música en directo... Y a diferencia de en nuestras ciudades, las calles no están abarrotadas de coches aparcados ocupando hasta los huecos más inverosímiles. Aquí el noventa por ciento de la gente, de toda edad o condición, se desplaza en bici, y esto produce una gran sensación de desahogo, y no sabes exactamente lo que és hasta que no te paras a pensar en ello, pero lo notas desde el principio.
Otra cosa que llama poderosamente la atención, al menos a Ian y a mí, es la cantidad de chicas guapas que hay por la ciudad... en cualquier calle, mires a donde mires, ves al menos una. Y no se trata del típico efecto de español que ve muchas rubias (siempre me han llamado más la atención las morenas...). Tienen unas facciones realmente bonitas, y unos cuerpos muy esbeltos, con largas piernas, muy firmes, por efecto, supongo, de la bicicleta. Y ésto, verlas en bici de un lado para otro, aunque vayan arregladas o con un vestido, para mí aumenta su atactivo. Ésta es una sociedad muy igualitaria, y eso lo notas en su carácter, en lo independientes que son, en la decisión con la que se mueven. Pero esto no evita que sean, además, extremadamente femeninas. Esto es algo patente en su forma de vestir, en su actitud corporal, y sobre todo, en su forma de andar.
Curioso después de lo que cuento que la chica que realmente me dejó prendado cuando la conocí la otra noche no sea danesa (que también conocí otra muy interesante), sino griega... afinidad mediterránea supongo...

25 de julio de 2010

mis seguidores

Desde que partí he recorrido, en solitario, más de 4500 kilómetros. He llegado hasta Dinamarca recorriendo metro a metro la distancia que nos separa. En este recorrido he pasado mucho calor, mucho frío, me ha llovido, he empujado la moto, me he sentido feliz, eufórico, profundamente triste y solo... En este trayecto he vivido intensamente cada momento, cada experiencia. Y a través de éstas páginas siento que comparto todo esto, que de alguna forma viajáis conmigo...
Cada vez que consigo acceder a una red Wifi miro ansioso mi correo para ver los comentarios que me dejáis (me llegan en forma de e-mails). Palabras de apoyo, bromas, recuerdos... de personas a las que quiero, y que me llegan cuando me encuentro realmente lejos y solo. Me hacen muchísima ilusión, y sentirme acompañado, admirado, envidiado (en el buen sentido)... y sobre todo, comprendido.
He ido descubriendo cuánta gente me está siguiendo en esta aventura, muchos que ni siquiera sabía que lo hacían (como mi tío Dani, que me escribió el otro día, o Elisa y Dánae). Siento no poder contestar a los comentarios, pero el acceso a internet con el móvil está un poco limitado, aunque me permite publicar el texto y las imágenes a través de e-mails. Pero eso no quiere decir que no los lea, y me encante recibirlos... Así que he dedicado este mensaje a vosotros, mis seguidores!
Por un lado están mis incondicionales: David, Isabella y mi primo Manuel (con Adela y los pequeños). Son los seguidores "oficiales", apuntados como miembros del blog (podéis hacerlo en un enlace en la parte derecha del blog, debajo de las imágenes laterales).
Luego están aquellos que me van siguiendo y comentan a menudo mis vivencias, como Ian, Joselito y Chema.
Por otro lado están aquellos que conozco por el camino, como mis "extremeños" favoritos, Jose y Maite, o Gilles (ya lo escribo bien), con su mujer Maryline y su niñita Maé.
Y por último, todos aquellos que me estáis siguiendo, y que aunque aún no me habéis escrito (me parece muy mal...;), sé que estáis ahí... y que leéis cada día lo que me va ocurriendo, lo que pienso, lo que veo.
Si (como mi mamá) sentís cierta preocupación por lo que me pueda ocurrir por ahí, os digo que voy con mucho cuidado, y que siempre encuentro a alguien dispuesto a echarme una mano en el camino. Si, como a ella, os preocupa como me siento (por los momentos malos que he pasado), os digo que me siento muy feliz, no sólo por lo que estoy viviendo, sino también por saber que estáis ahí...

24 de julio de 2010

videos del viaje: llegando a Dinamarca



las personas del camino: Peter

A lo largo de este viaje estoy teniendo la suerte de conocer a las mejores personas en las peores situaciones...
Hoy he cogido el Ferry desde Puttengarden (no desde Lubeck, donde pensaba) de Alemania a Dinamarca, y en la ventanilla de los villetes he liado un petate... He pasado, como me parecía natural, toda la cola (kilométrica) de coches. No es la primera vez que monto la moto en un ferry y sé que no ocupa el lugar de un coche, sino que las colocan amarradas en los huecos laterales. Por lo tanto no estaba quitándole la posición a ningún coche (supongo que no entraban todos en el barco, y los que se quedasen fuera tenían que esperar, además de la cola, una hora al siguiente ferry). Así que sólo estaba avanzando como cualquier moto, en cualquier atasco, en cualquier lugar del mundo...
Pues bien, durante toda la cola numerosos coches han empezado a pitarme... al parecer (por lo que me han explicado después) aquí se entiende que una moto ha de circular, en todos los casos, como si fuera un coche... y al parecer ocurre lo mismo en Dinamarca.
Lo peor ha llegado cuando he llegado a la ventanilla... las personas del coche que tenía detrás, las de delante y las de los lados han empezado a gritarme. Cuando estaba pagando, la pareja del coche de atrás se han bajado (dejando dos niños pequeños sólos en el coche), y han empezado a gritarme a mí y a la chica de la ventanilla, imponiéndole que no me vendiese el villete. Incluso el hombre ha hecho ademán de empujar mi moto, pero se lo ha pensado mejor al ver cómo lo miraba (me estaban tocando los huevos).
Armándome de paciencia he intentado explicarles en inglés que las motos entraban sin quitarles la posición que defendían con uñas y dientes... claro que eso era demasiado para sus mentes cuadriculadas!
En ese momento (a punto de explotar) decidí dejarme ya de explicaciones y decirles, esta vez en español, que de allí no me movía hasta que no me vendieran el villete. La pobre chica de la ventanilla, agobiada, decidió acceder... Cuando paso la barrera compruebo que, efectivamente, a las motos nos introducen por otro lado, y que sólo éramos unos pocos. Luego observé que quedaron sitios de moto libres en el barco, mientras que tras la barrera aún había motos esperando entre los coches... absurdo.
En fin, aunque me había salido con la mía, me sentía muy mal mientras esperaba en la fila de las motos, por el mal rato pasado, y por las miradas y comentarios de algunos motoristas de la fila. Habían visto el incidente y me censuraban por ello... no podía entender lo que decían, pero sí escuché un par de "spanien" pronunciados con desprecio, casi escupidos.
En éstas estaba cuando apareció Peter, un alemanote muy "salao". Empezamos a hablar y le expliqué lo sucedido, a lo que me contestó, riéndose, que debería hacer lo mismo a la vuelta!
Tras esto, estuvimos charlando toda la espera (a los 5 minutos no me acordaba de lo que había pasado...), y continuamos tomando un café en el barco. Congeniamos enseguida, hablando un poco de todo, y decidimos hacer parte del trayecto juntos, hasta Copenague. Así que, aunque un poco rápido (porque el tio no bajaba de 140 km/h...), rodé en compañía mis primeros kilómetros en Dinamarca (muy bonitos, por cierto).
En definitiva, de nuevo aparece alguien que hace que este viaje merezca la pena, y convierte un mal trago en una gran experiencia.

23 de julio de 2010

saludo motero

Es costumbre motera bastante generalizada que cuando dos motoristas se cruzan se saluden con la mano izquierda, normalmente haciendo una señal de "V" con los dedos. Es una forma de reconocernos como compañeros de una minoría en carretera...

Ésto es algo que he podido ver en España, Portugal, Bélgica, Holanda, Italia... pero sobre todo en Francia. Allí los moteros no sólo se saludan cuando se cruzan en carretera, sino también en las autovías y dentro de poblaciones, donde además acompañan el saludo con una ligera inclinación de cabeza. Y cuando otra moto te adelanta te saluda sacando el pie derecho.

Francia es, sin lugar a dudas, el mejor lugar para circular en moto. Además de lo comentado, los coches son extremadamente respetuosos con nosotros, no agobiándonos nunca si van más rápido en autovía, y dejándonos pasar abriéndose a la derecha si vamos más rápidos que ellos en carretera (casi siempre).

El caso completamente opuesto es Alemania. Aquí las motos no se saludan, ni siquiera se miran. Cuando he intentado algún saludo me han contestado con miradas frías de indiferencia... aunque no tengan esa costumbre podrían contestar el saludo!

Pero lo peor es cuando circulas por autovía. En este viaje lo estoy evitando casi siempre, rodando por carreteritas, atravesando pueblos y ciudades, porque las autovías son iguales en todos lados. Pero a veces es ineviable, ya que no existe otra alternativa. Pues bien, circular en moto por autovía en Alemania es lo más incómodo que te puedas imaginar. Muchos coches van extremadamente rápido. Si te encuentras adelantando por el carril izquierdo, no es raro que veas aparecer por el espejo retrovisor la imagen de algún BMW, Mercedes o Porsche, haciéndose grande más rápido de lo que puedas asimilar, sin intenciones aparentes de frenar. Como tienes todas las de perder, no te quedas a comprobar si frenaría o no, sino que intentas quitarte de en medio lo antes posible.

No es que la moto no tenga potencia suficiente para pegar un acelerón y desplazarte a la derecha, pero va muy cargada, la tengo que cuidar para que me dure todo el viaje, y joder!, no tengo ganas de correr, que no tengo prisa! Que ellos, que son tan cívicos y educados, tengan esa manera de intimidar a los motoristas, me ha parecido lamentable.

Hace poco leí que según una encuesta, la mayoría de los alemanes se consideran mejores conductores que la media europea. La verdad, no sé que mérito le ven a pegarle un zapatazo al acelerador en una recta, pues en todas las carreteras de curvas por las que he pasado me los cepillo sin esforzarme... Quizá se consideran herederos de Michael Schumacher, no sé si recordarán cómo se lo merendaba Fernando Alonso con un Renault, conduciendo el alemán un Ferrari...

Donde sí han demostrado ser muy rápidos es en el fútbol, no veas lo que corrían en semifinales detrás de la pelota... así que, como no puedo defenderme de otra forma, he decidido lucir de nuevo mi estandarte...

un lugar fantasma

Estoy metido en la tienda, un poco acojonado, en un lugar inquietante, entre bosques, a 150 Km de Lubek (Alemania), donde me montaré en el ferry para Copenague.
El caso es que se me venía la noche encima, circulando por una carreterita perdida. Como no pasaba por ningún pueblo, y no me daba tiempo a llegar a mi destino, estaba mirando entre los bosques buscando un lugar tranquilo donde acampar, pues llevaba comida y agua.
Entonces ví entre árboles un pequeño claro, algo retirado de la carretera, con cabañas de madera y algunas caravanas. Confundiéndolo con un camping, me desvío por una pista de tierra y me adentro, más de lo que parecía al principio, en medio del bosque. Llego al claro y descubro asombrado una miniciudad al estilo del "Sow de Truman", carriles de cesped superperfecto, y setos impecables que forman parcelas donde se alinean cabañitas de madera adosadas a caravanas. Todo muy ordenadito y muy cuidado, pero... no hay nadie.
Aún hay luz, y tras una primera vuelta de reconocimiento en la moto, decido aparcar y echar un vistazo. Sin salir de mi asombro recorro todo el recinto y veo todas las cabañas equipadas, los jardines con mesas, sillas y otras cosas, colocadas como si las hubieran estado usando hasta hace un momento... pero ni un alma!
Como encuentro una parcela libre, decido no pensar en tonterías y monto la tienda. Además he visto una cabaña de madera que parece común, con servicio y ducha. Así pues, una vez montada la tieda y cenado, atravieso de nuevo el pasillo central de cesped y llego a la cabaña con ducha... pero ahora está cerrada con llave! Ahí empiezo a inquietarme, pues sigo sin ver a nadie. Las cortinas de las cabañas están descorridas y veo por las ventanas los interiores, totalmente equipados, pero vacíos.
Decido envalentonarme y me labo en una manguera que encuentro fuera de la cabaña (que frío!), y me voy tranquilo a mi tienda. Como ya ha oscurecido, se han encendido (automáticamente supongo) lucecitas tipo navidad en los jardines de algunas cabañas. Incluso, al dar una hora en punto, uno de los jardines me sobresalta con una musiquita tipo reloj de cuco...
Acelero el paso y vuelvo a mi tienda, donde estoy completamente solo en este lugar, escuchando los ruidos del agua sobre las hojas y la lona (llueve otra vez), y esperando que se haga de día para salir de aquí...

Paises Bajos

Estoy viendo que los Paises Bajos, además de bajos, son planos... no hay una puñetera montaña, ni siquiera una colina medianita... Y claro, como no hay nada que rodear, las carreteras son rectas, más largas que un día si pan!
Como motorista, por supuesto, me gustan las curvas, así que para no aburrirme mucho me he dedicado a cruzar entre algunos pueblos directamente por el campo... pongo el GPS en modo brújula, y me lanzo por el follaje! Así he descubierto caminos entre bosques y campos de cultivo, y me lo he pasado bomba!
Es sorprendente, con lo cargada que va la moto, lo bien que se mueve por el barro, los caminos de grava, la hierba... Al final la cabra siempre tira para el monte...

Amsterdam

Esta mañana he llegado a Amsterdam. Tras una primera vuelta de reconocimiento en moto, he aparcado (en la acera, como siempre), me he cambiado de ropa, y me he lanzado dispuesto a patearme la ciudad.
En este lugar se puede encontrar absolutamente de todo... en una calle aparecen varias tiendas chinas, con los productos, el cartel y todos los textos exclusivamente en chino... y en la calle siguiente encuentras lo mismo pero en árabe. Tiendas de masajes orientales, de tatuajes, cientos de sex shops y de tiendas de mariguana, de setas alucinógenas...
Tódo esto en un entorno muy bonito, con edificios antiquísimos, canales con barcas... y un ambiente totalmente bohemio.
En el Barrio Rojo es muy chocante ver en la mayoría de los bajos de los edificios, a través de grandes ventanales, a decenas de chicas (algunas no tan jóvenes) en ropa interior muy "escueta", ofreciendo sus servicios a los transeuntes... todo esto intercalado con locutorios y tiendas de comestibles o de teléfonos móviles.
Aunque una de las chicas (preciosa) me hizo girar la cabeza hasta tropezarme, avergozado por la situación, con una señora que venía en sentido contrario, la verdad es que no me ha gustado mucho el panorama. Me ha dado mucha pena verlas allí, expuestas como souvenirs en escaparates, esperando la llegada de un extraño, el aliento, el tacto, el olor de un desconocido, que utilice su cuerpo para aliviar su deseo...
En fin, reflexiones aparte, la ciudad es muy interesante, digna de ver...
He comido fatal, porque (me viene padando en casi todas las ciudades) hay un contraste enhorme de precios entre la comida basura (literalmente), cara pero asequible, y la comida medianamente decente, directamenre prohibitiba. En fin, menos mal que mi estómago (normalmente delicaillo) está demostrando una resistencia a prueba de bombas... No sabemos la suerte que tenemos con la comida en España...
Para compensar, cada día tengo la fortuna de encontrar un puesto de helados caseros que ayudan a bajar la comida, pues los saboreo tranquilamente dando un paseo. Una buena costumbre que tomamos Isabella y yo el pasado mes de Junio.
Para concluir la visita, decidí dar otra vuelta en moto (esta vez con mi estandarte..), pero conducir tras haber recorrido andando las calles de Amsterdam no es buena idea, pues había inhalado el equivalente a unos dos porros en todo el paseo, y tenía un mareo...

insectos voladores

Por estas zonas tan frondosas, con tanto río, tanta humedad, y tanto verde, a los mosquitos los tienen bien criados...
Llamarlos mosquitos me parece quedarse corto, pues me suena a disminutivo. Algunos son tan grandes que noto cuando se posan sobre la tienda, y si se juntaran en pandilla podrían llevarse la moto en vuelo.
Aunque no me pican gracias al repelente de mosquitos marca ACME, del Mercadona, me atacan de otras formas.
Cuando voy circulando, sobre todo por la tarde, con la pantalla del casco bajada, cambian cualquiera que sea su trayectoria para ir, en una misión suicida, a estrellarse contra mí.
Cuando lo hago con la pantalla subida, para poder sentir el viento sobre mi cara, corro el riesgo de ser atacado por un moscardón camicace, que me salte un cristal de las gafas de sol, como me ocurrió la otra tarde...

22 de julio de 2010

un respiro

Esta noche estoy en un camping en una zona preciosa, junto a un río, a 15 kilómetros al sur de Rotterdam. Mi intención era plantar la tienda y darme un paseito nocturno por la ciudad, pero he decidido postponerlo para mañana y quedarme aquí tranquilo.
En primer lugar la moto necesitaba un pequeño mantenimiento, nada importante, sólo revisar niveles y rellenar un poco, pero hay que liarla bastante, porque algunos depósitos no son muy accesibles.
En segundo lugar, y creo que aún más necesario, yo necesitaba un mantenimiento... Llevaba tanto tiempo sin afeitarme ni peinarme que parecía el primo de Tom Hanks en "Náufrago". Casi no me reconozco cuando me he visto en el espejo recién acicaladito...
En fin, aquí estoy tumbado en el cesped, junto a mi moto, escribiendo estas líneas y reponiendo fuerzas para lo que está por venir...

vida nómada

Cada noche duermo en un lugar diferente: al lado de un río, en un bosque, cerca de una ciudad que no conozco, junto a un castillo...
Por eso, en esta vida nómada, las escasas pertenencias que transportas adquieren una gran importancia, pues son tu hogar allí donde te desplazas.
Mi equipo consiste en una tienda Quechua T2 Light, que tardo unos 5 minutos en montar, y unos 8 en desmontar. Ya le tengo mucho manejo, pero no se puede decir que lo haga con los ojos cerrados, en vistas de lo que pasó en el Chanteloup...
Durermo sobre un colchón inflable Quechua de unos 10 cm de alto, que me aisla de las irregularidades y la humedad del suelo. Para mí es la opción más recomendable, pues ocupa menos que un esterillo, y es tan cómodo como un colchón de muelles algo blandengue (aunque no tanto como mi super colchón de latex de Madrid, por supuesto...). Le doy aire con un pequeño inflador eléctrico, que alimento en la toma de 12V que me instaló en la moto mi mecanico (que es un fiera).
En cuanto al saco de dormir, por fín le hice caso Néstor y me compré, en Le Mans, uno de hasta 26 grados bajo cero (pues me estaba pelando de frio...). Guardarlo es como intentar meter un oso panda en la maleta, pero también abriga como tal cuando hace rasca.
En fin, que cada noche me siento en casa dentro de mi tienda, y duermo en la puñetera gloria (a veces me han dado las 11 de la mañana...).

mal perder

Esta tarde me ha pasado algo, cuando menos, muy curioso. Paseaba tranquilo por uno de los primeros pueblecitos que he atravesado en Holanda.
Dado que la bandera de España que ondeaba en la maleta izquierda me la arrancó algún desaprensivo estando la moto aparcada en París, para rodar por tierras de la tres veces CASI campeona del mundo, Holanda, lucía orgulloso sobre el baúl trasero una camiseta de temática futbolística, que compramos Isaac, María y yo, en el centro de Madrid, en la víspera de la final.
Pues bien, en éstas estaba, circulando despacito, cuando se me acerca un chaval en bici por la derecha... se pone a insultarme e intenta arrancar mi estandarte de un tirón... como no lo consigue, me pega un puñetazo que me da en la mochila, y una patada en la maleta izquierda... tan fuerte que aunque yo no me moví un milímetro, su bici (versión económica de una Harley) anduvo tambaleándose un rato como si estuviera hecha de bambú. Tras unos segundos de incredulidad, decido inmortalizar el momento con una foto en la que lo retrato, en mi opinión, bastante favorecido. No debió pensar lo mismo cuando, sin parar de gritarme, volvió a la carga, esta vez abriéndose primero a la derecha para dar mayor impulso a su patada. Con ánimo de ayudarle en su segundo intento de caerse de la bici, aguanté en mi posición hasta el último instante, en el que me desplacé bruscamente a la izquierda. El movimiento provocado por la embestida en el aire fué demasiado para la miniharley, que dijo basta, escupiendo al chaval al suelo.
Todo quedó en un rasponazo que le escocerá, por lo menos, tanto como la derrota.
Finalmente, para evitar herir la sensibilidad de los lugareños, decidí guardar la camiseta. Ya la colgaré de nuevo cuando cruce Alemania...

videos del viaje: la secadora

la secadora

En un comentario a una entrada anterior, en la que contaba cómo secaba la ropa en la moto, Chema decía que había descubierto "la secadora". Pues bien, ahora que ya soy un experto paso a describir los programas de secado.
En el retrovisor
Camiseta de algodón: 10 minutos a 90 Km/h. 8 min a 120 Km/h (no recomendable, se deforma un poco...).
Camiseta de poliéster: 8 min a 90 Km/h. 5 min a 120 Km/h (queda perfecta...).
Calzoncillos (boxer): 8 min a 90 Km/h. No recomendable a 120 Km/h, entran en barrena.
En la red trasera
Calzoncillos: 20 min, no varía demasiado con la velocidad.
Calcetines: 15 min a 90 Km/ h. DESAPARECEN a 120 Km/h (ya he perdido uno).
Espero que estas instrucciones os sean de utilidad.

Brujas

Pues sí, ya estoy en Bélgica! La jornada de ayer no tuvo nada reseñable, pasé el día conduciendo desde el M. S. Michel hasta 90 km de aquí (Brujas), donde hice noche. El trayecto fué algo monótono, muy bonita la primera mitad (Normandía), y más feilla la última parte.
Es curioso que durante mi paso por Francia casi no he encontrado gente que me hablase en inglés. Por esta razón, mi nivel oficial de francés ha pasado de "nulo" a "básico de supervivencia"... Incluso me he atrevido con ciertas conversaciones (de besugos) en franchute, eso sí, ayudado de la mímica y la imaginación, pues "me inventè le mitè de les palabrè", y algunas colaban... Aquí en bélgica parece diferente, pues hasta ahora he podido comunicarme en mi correcto inglés de las tierras altas de Huétor...
Brujas es una ciudad muy coqueta, tan limpia y ordenada, y muy bonita. Su arquitectura es muy diferente... usan mucho los ladrillos vistos y los colores. Un puntazo es la cantidad de gente que se desplaza en bici... recuerdo lo diferente que me sentía en mi trayecto al trabajo por Alcobendas, peleándome con coches y peatones para que respetasen mi carril bici... "sí, esa cosa verde al lado de la acera...". Aquí los ciclistas son los dueños de la ciudad, que suerte!
Es curioso que hoy, aquí tirado en el cesped de un parque (tratando de digerir un helado riquísimo de proporciones desmesuradas), no me sienta tan lejos de casa (y ya he recorrido más de 3400 km), sino que me vea como otro más, ciudadano del mundo...

20 de julio de 2010

Le Mont Saint Michel


10 PM, esta anocheciendo (aquí lo hace muy tarde), llevo conduciendo sin parar desde que me despedí de Gill, para llegar antes que la noche a mi destino. Tras un cambio de rasante, comienzo a descender una colina, la última antes de la llanura y el mar, y allí le veo... Quedan aún más de 25 km, y es la primera vez que estoy aquí, pero lo reconozco enseguida... su silueta es inconfundible... Le Mont Saint Michel. Se me ponen los pelos de punta.
Ya estoy cerca, rodando los últimos kilómetros por una carretera serpenteante entre campos de cultivo y marismas. Conduzco de pié, para poder ver por encima de las altas mazorcas de maiz, sobre las que sólo se ve la figura del monte, tan afilada en su punta que parece que quisiera partir el cielo en dos.
Ya he llegado, apenas 200 metros me separan de él. Paro la moto (bueno, en realidad se me cala). Hace un rato que me he quitado el casco, pues no he podido resistir la tentación de recorer los últimos metros sintiendo la brisa del mar en mi cara, admirando la belleza del lugar, y una forma que, frente a mí, se hace cada vez más grande.
Llega el ocaso, y con él una luz rojiza que se queda pegada a los muros del monte, de abajo arriba, desde el horizonte, realzando sus formas, magestuosas, y haciéndome sentir pequeño en el tiempo y en el espacio, aquí, en este rincón de la Normandía, y ahora, en este instante de mi vida.