24 de julio de 2010

las personas del camino: Peter

A lo largo de este viaje estoy teniendo la suerte de conocer a las mejores personas en las peores situaciones...
Hoy he cogido el Ferry desde Puttengarden (no desde Lubeck, donde pensaba) de Alemania a Dinamarca, y en la ventanilla de los villetes he liado un petate... He pasado, como me parecía natural, toda la cola (kilométrica) de coches. No es la primera vez que monto la moto en un ferry y sé que no ocupa el lugar de un coche, sino que las colocan amarradas en los huecos laterales. Por lo tanto no estaba quitándole la posición a ningún coche (supongo que no entraban todos en el barco, y los que se quedasen fuera tenían que esperar, además de la cola, una hora al siguiente ferry). Así que sólo estaba avanzando como cualquier moto, en cualquier atasco, en cualquier lugar del mundo...
Pues bien, durante toda la cola numerosos coches han empezado a pitarme... al parecer (por lo que me han explicado después) aquí se entiende que una moto ha de circular, en todos los casos, como si fuera un coche... y al parecer ocurre lo mismo en Dinamarca.
Lo peor ha llegado cuando he llegado a la ventanilla... las personas del coche que tenía detrás, las de delante y las de los lados han empezado a gritarme. Cuando estaba pagando, la pareja del coche de atrás se han bajado (dejando dos niños pequeños sólos en el coche), y han empezado a gritarme a mí y a la chica de la ventanilla, imponiéndole que no me vendiese el villete. Incluso el hombre ha hecho ademán de empujar mi moto, pero se lo ha pensado mejor al ver cómo lo miraba (me estaban tocando los huevos).
Armándome de paciencia he intentado explicarles en inglés que las motos entraban sin quitarles la posición que defendían con uñas y dientes... claro que eso era demasiado para sus mentes cuadriculadas!
En ese momento (a punto de explotar) decidí dejarme ya de explicaciones y decirles, esta vez en español, que de allí no me movía hasta que no me vendieran el villete. La pobre chica de la ventanilla, agobiada, decidió acceder... Cuando paso la barrera compruebo que, efectivamente, a las motos nos introducen por otro lado, y que sólo éramos unos pocos. Luego observé que quedaron sitios de moto libres en el barco, mientras que tras la barrera aún había motos esperando entre los coches... absurdo.
En fin, aunque me había salido con la mía, me sentía muy mal mientras esperaba en la fila de las motos, por el mal rato pasado, y por las miradas y comentarios de algunos motoristas de la fila. Habían visto el incidente y me censuraban por ello... no podía entender lo que decían, pero sí escuché un par de "spanien" pronunciados con desprecio, casi escupidos.
En éstas estaba cuando apareció Peter, un alemanote muy "salao". Empezamos a hablar y le expliqué lo sucedido, a lo que me contestó, riéndose, que debería hacer lo mismo a la vuelta!
Tras esto, estuvimos charlando toda la espera (a los 5 minutos no me acordaba de lo que había pasado...), y continuamos tomando un café en el barco. Congeniamos enseguida, hablando un poco de todo, y decidimos hacer parte del trayecto juntos, hasta Copenague. Así que, aunque un poco rápido (porque el tio no bajaba de 140 km/h...), rodé en compañía mis primeros kilómetros en Dinamarca (muy bonitos, por cierto).
En definitiva, de nuevo aparece alguien que hace que este viaje merezca la pena, y convierte un mal trago en una gran experiencia.

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