23 de julio de 2010

Amsterdam

Esta mañana he llegado a Amsterdam. Tras una primera vuelta de reconocimiento en moto, he aparcado (en la acera, como siempre), me he cambiado de ropa, y me he lanzado dispuesto a patearme la ciudad.
En este lugar se puede encontrar absolutamente de todo... en una calle aparecen varias tiendas chinas, con los productos, el cartel y todos los textos exclusivamente en chino... y en la calle siguiente encuentras lo mismo pero en árabe. Tiendas de masajes orientales, de tatuajes, cientos de sex shops y de tiendas de mariguana, de setas alucinógenas...
Tódo esto en un entorno muy bonito, con edificios antiquísimos, canales con barcas... y un ambiente totalmente bohemio.
En el Barrio Rojo es muy chocante ver en la mayoría de los bajos de los edificios, a través de grandes ventanales, a decenas de chicas (algunas no tan jóvenes) en ropa interior muy "escueta", ofreciendo sus servicios a los transeuntes... todo esto intercalado con locutorios y tiendas de comestibles o de teléfonos móviles.
Aunque una de las chicas (preciosa) me hizo girar la cabeza hasta tropezarme, avergozado por la situación, con una señora que venía en sentido contrario, la verdad es que no me ha gustado mucho el panorama. Me ha dado mucha pena verlas allí, expuestas como souvenirs en escaparates, esperando la llegada de un extraño, el aliento, el tacto, el olor de un desconocido, que utilice su cuerpo para aliviar su deseo...
En fin, reflexiones aparte, la ciudad es muy interesante, digna de ver...
He comido fatal, porque (me viene padando en casi todas las ciudades) hay un contraste enhorme de precios entre la comida basura (literalmente), cara pero asequible, y la comida medianamente decente, directamenre prohibitiba. En fin, menos mal que mi estómago (normalmente delicaillo) está demostrando una resistencia a prueba de bombas... No sabemos la suerte que tenemos con la comida en España...
Para compensar, cada día tengo la fortuna de encontrar un puesto de helados caseros que ayudan a bajar la comida, pues los saboreo tranquilamente dando un paseo. Una buena costumbre que tomamos Isabella y yo el pasado mes de Junio.
Para concluir la visita, decidí dar otra vuelta en moto (esta vez con mi estandarte..), pero conducir tras haber recorrido andando las calles de Amsterdam no es buena idea, pues había inhalado el equivalente a unos dos porros en todo el paseo, y tenía un mareo...

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