gárgolas

La idea al llegar hoy a Praga era encontrar un hostal en lugar del camping habitual (no más agua por hoy), y que fuera céntrico (no más moto por hoy). Tras dejar las cosas colgadas del único hostal medio decente y a un precio razonable que encontré (muy cutre, pero estoy curado de espanto...), me lancé a patearme la ciudad. La moto dormirá esta noche bajo unos soportales, en la puerta del hostal, junto a un mendigo al que le dí unas coronas.
A diferencia de lo que he visto en este país hasta llegar aquí, esta ciudad es muy europea, dejando al margen el estilo arquitectónico de sus edificios antiguos. Me refiero a que es muy moderna, que encuentras las mismas tiendas internacionales, muy cosmopolita... En fin, no sé si me explico bien, lo que quiero decir es que falta esa sensación de estar en otro mundo que tienes mietras atraviesas el país por carretera. Desde luego es muy diferente vivir el recorrido a coger un vuelo y "teletransportarse" hasta aquí.
Algo muy curioso en los edificios antiguos de Praga, y que también aprecié en Dresde, es el efecto de la humedad sobre la piedra: la oscurece, pero no de forma homogénea, sino que se concentra más en los recovecos y esquinas. En mi opinion esto aumenta el atractivo de estas construcciones, pues resalta sus formas, de la manera similar a la de un artista ralzando los volúmenes de un dibujo con el carboncillo.
Lo que más me ha llamado la atención de la visita, cosa curiosa, han sido las gárgolas de la catedral... son impresionantes, y la verdad es que de noche, con la iluminación anaranjada inferior, resultan siniestras. Son famosas las de la catedral de Notrê Damme, en París (que también ví en este viaje), pero sin duda mejores estas.
Así que aquí estoy, tras pasear día y noche por el centro de Praga, sentado en las escaleras que suben a la catedral, y contemplando (en vista panorámica) una ciudad asombrosa...