11 de agosto de 2010

Viena bajo la lluvia


Si creasen en Viena una empresa de turismo que se dedicase a organizar tours en moto por la ciudad, bajo la lluvia, y sin equipo impermeable, probablemente quebraría en dos semanas... Si os digo que eso es precísamente lo que he hecho hoy, que he disfrutado mucho, y que me ha parecido una forma interesante (al menos diferente) de descubrir la ciudad... seguramente pensaréis que estoy loco (si no lo pensábais ya..).
Cuando llegué esta mañana llevaba dos días conduciendo bajo la lluvia. Estaba mojado, helado y un poco desesperado ya... dispuesto a coger una habitación en un hotel, y no abandonar la cama mientras no saliera el sol! Me tuve que quitar la idea de la cabeza al no encontrar (ni buscando en varias pensiones) nada por debajo de 75 € la noche.
La opción del camping, con la que estaba cayendo, no era muy alentadora... pero quizá no me quedaba más remedio que aguantar las goteras dentro de la tienda metido en mi saco (que al menos es muy calentito).
Pero poco a poco, dando vueltas buscando una habitación, me fuí animando (en lugar de desesperarme), pues la ciudad que se abría ante mis ojos es realmente bonita. Entre la pizza gigante que me zampé (no sé como sigo finito, porque en este viaje trago como una lima), y el calorcillo que sube del motor rodando despacio (la moto se sigue calentando), conseguí perder el frío (que no la humedad, pues no cesó de llover ni un minuto).
Me fuí desentumeciendo y pensé "¿cuando voy a estar de nuevo en moto en Viena?, tengo que aprovechar, no me voy a asustar por cuatro gotas...". Como caminar en ese estado era súmamente incómodo (con los calzoncillos chorreando me sentía como si llevase Dodotis), y no quería despegarme del calorcillo del motor, empecé a recorrer en moto, una por una, todas las calles del centro. Como estaba casi vacío he circulado como he querido, por algunas calles peatonales incluso (muy despacito). Y así he estado hasta que se ha hecho de noche, descubriendo una ciudad que, bajo la lluvia, tiene un encanto especial. Lástima que no he podido sacar fotos de las zonas más bonitas, pues en algunos momentos no podía sacar la cámara.
Finalmente busqué un camping, monté la tienda en un momento de tregua, y aquí estoy, escuchando de nuevo la lluvia (ahora más suave, creo que no habrá goteras...).
Hoy me he demostrado que tengo más capacidad de adaptación de la que creía antes de emprender el viaje, porque al final, después de todo, he disfrutado bastante. Eso sí, como mañana siga lloviendo me tiro con la moto por un tajo!

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