12 de agosto de 2010

Salzburgo


Se hizo la luz! Hoy por fin el cielo se abrió. El fuerte que el viento de la noche (temí que me descompusiera la tienda, que se meneaba como un trozo de gelatina) se llevó las nubes, y vuelvo a ver el sol, después de tres días...
Como si hubiera puesto un rastro para vender mis escasas pertenencias, desplegué todas mis cosas sobre el cesped para que se secaran. Una hora después estaba montado en la moto, sequito, acalorado (que alegría), y más contento que unas castañuelas...
El trayecto hasta aquí ha sido el mejor en lo que va de viaje, en lo que a la carretera se refiere... Los primeros tramos de curvas y con desnivel que puedo disfrutar (ya los hubo estos días atrás, pero la puñetera lluvia...). Un paisaje precioso (se empiezan a dibujar las primeras cumbres a lo lejos), y un día estupendo.
La única pega es que voy sin freno trasero (mañana tengo que encontrar unas pastillas urgentemente!), por lo que he tenido que hilar fino con las marchas en los tramos de bajada... sobre todo para despegarme a un Mazda MX5 (me encanta ese coche), muy rápido en las zonas reviradas. Finalmente, a falta de otra moto, rodamos juntos un rato (lo esperaba un poco en los adelantamientos), despidiéndonos con la mano al separarnos.
Y así, disfrutando mucho de la conducción, y casi sin darme cuenta, llegué a Salzburgo, un lugar maravilloso, que me recibió (para que no perdiese la costumbre) con un chaparrón.
Suerte que la lluvia duró poco, y le dió a la ciudad un toque especial, con el brillo de los edificios mojados bajo la luz del sol (que salió de nuevo), y un cielo espectacular.
Salzburgo tiene un castillo y varios palacios encaramados a la montaña. La parte vieja, pegada a las faldas de ésta, transcurre junto a un gran río de aguas turquesa, muy rápidas (quizá por efecto de la lluvia). La imagen desde uno de los puentes peatonales que cruza el río es impresionante. La sensación asomado a la baranda, observando la estampa, es de ingravidez, como si flotaras sobre el agua y pudieras, en cualquier momento, ascender volando sobre los edificios, y contemplar desde arriba la ciudad, las montañas, y el río, como las nubes que aparecen, muy cerca, entrelazadas con las colinas...

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