19 de agosto de 2010

Alpes suizos - Maloja


Maloja es una región de los Alpes suizos absolutamente espectacular...

Tras descender las últimas montañas austríacas, poco después de cruzar la frontera con Suiza, te adentras en un amplio valle rodeado de cumbres nevadas que caen, casi en pared vertical, sobre un inmenso lago de aguas turquesas.

La carretera, que bordea el margen derecho del lago (dirección Italia), es amplia y con buen asfalto. Las curvas, muy largas y ligeramente peraltadas, con gran visibilidad, se dejan abordar gas a fondo para salir catapultado, con una sonrisa dibujada en el rostro, hacia el siguiente viraje.

Lo que más llama la atención, con un efecto de atracción casi hipnótico, es el intenso color del agua. A veces parece irreal. Nunca había visto un agua tan clara, tan brillante y tan azul.

En la zona donde el lago es más ancho hay multitud de veleros y surfistas. La brisa ascendente hasta las montañas permite incluso la práctica del kite surf.

Cientos de carriles surcan el valle y se adentran en el bosque, montaña arriba, recorridos por ciclistas de toda edad o condición. Eché mucho de menos mi bici, pues aunque me hubiera encantado rodar con la moto por alguna de las pistas, no quise hacerlo para no molestar a los ciclistas.

Al llegar al final del valle te sorprende que aún no has descendido del todo, ni mucho menos... Te espera una carretera que discurre retorcida montaña abajo, hasta perderse de vista, por una pendiente vertiginosa. De alguna manera asocias que esa gran extensión de agua, con pequeños barcos navegando incluso, no podía estar tan alta.

La carretera parece una gran cuerda soltada sobre la montaña, flácida, cuyos pliegues se amontonan uno encima del otro, conectados por curvas de 180 grados. Estos virajes, llamados "cavatapi" en italiano (sacacorchos), son divertidísimos con la moto. Causan mucha impresión, pues la pendiente es tan fuerte que desde el vértice inicial puedes ver perfectamente el techo del coche que te precede, a la salida de la curva.

Completada esa bajada tortuosa, casi repentinamente, te topas de frente con la frontera de Italia... Tanto es así que la deceleración fué un poco brusca, algo que llamó la atención al poli de la frontera, y por primera vez en el viaje, me dieron el alto cruzando de un país a otro (y ya van diez). Tras una pequeña bronca, echarle un vistazo a la moto en un par de rodeos, y preguntarme si llevaba "chopin de suizerra" (que supuse shoping de Suiza, es decir, compras), me dejó continuar malhumorado (él, que yo iba más felíz que una perdíz).

El último tramo hasta Milán lo hice atravesando una carretera que discurre al margen del famoso Lago di Como. Es una zona riquísima, donde se ven, alrededor del lago, mansiones pegadas al agua con lujosos yates amarrados en la orilla. También hay varios pueblecitos preciosos, encaramados en pequeñas colinas sobre el agua. Todo esto rodeado, aún, de grandes cumbres, que van disminuyendo poco a poco en altura, pero no en frondosidad y belleza.

Un último día en moto por los Alpes, en un recorrido espectacular, y con sentimientos encontrados. Por un lado de alegría por lo que he disfrutado, y por encontrarme con David en Milán. Por otro lado una sensación de pasar demasiado rápido por esta zona (no tener ni un euro se está haciendo ya insostenible, así que he tenido que acortar un poco el recorrido), y un sentimiento de nostalgia, de un viaje (de ya más de 9000 km) que está llegando a su fin, pues de Milán sólo me resta el regreso a casa...

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